jueves, abril 25, 2024

El enojo de Macri, la cerrazón y el sueño de la primera vuelta

El Presidente inauguró un eje de campaña. No es acting, es enfado, quizás por la frustración de los números que no cierran. En la Casa Rosada están convencidos del “único camino”. Confían en el apoyo de la gente en las urnas.

Esta semana el presidente Mauricio Macri sentirá que su enojo hacia lo que denomina la vieja dirigencia política, empresaria, sindical y judicial tiene justificación cuando reciba a los Reyes de España. Es que en el gobierno aseguran que cada contacto con autoridades internacionales, “le ratifican al Presidente que en el exterior ven con más claridad lo que él aspira a lograr para Argentina”.

“En casa de herrero, cuchillo de palo”, dicen en el entorno presidencial para justificar la decepción o críticas locales. Afirman que la “transformación que Cambiemos está llevando a cabo es de raíz y que por eso los resultados no son inmediatos”. Esta convicción es la que lleva a algunos funcionarios del círculo íntimo del presidente a afirmar temerariamente que “vamos a ganar en la primera vuelta”.

En la Casa Rosada ya no existen dudas: el discurso de campaña del oficialismo tendrá como eje central los lineamientos de la propuesta de Cambiemos y con tono de confrontación. Algunos pensaron que este nuevo Macri, enérgico y enojado es más una actitud forzada para la campaña. Pero quienes lo conocen bien afirman que “ese es el verdadero Mauricio”. “A Macri lo enoja el egoísmo sectorial, la falta de visión de país y el que no se apueste al mediano plazo”, explican.

En tanto, entre no pocos empresarios existe “decepción” por los resultados del actual gobierno. No comparten la idea que la gestión haya sido tan buena como señalan los funcionarios. Como muestra señalan sectores como la Aduana “siguen siendo un desastre”. Y observan que “al final de cuentas, hoy las empresas valen cada vez menos”. Reconocen que el estilo es distinto. “En esta gestión nos atiende, pero es poco lo que escucha y menos lo que ejecuta” sintetizó un importante empresario.

En tanto en el círculo íntimo del presidente están convencidos de que, a pesar de los malos resultados económicos, la sociedad privilegiará las transformaciones “fundacionales” que está llevando adelante la actual administración y que, con este discurso, lograrán ganar las próximas elecciones.

“Más allá de que la gente la esté pasando mal y que el sueldo no alcance para llegar a fin de mes, estamos seguros que la sociedad ha madurado y preservará el cambio que iniciamos a fines de 2015”, confió a ámbito.com uno de los hombres más cercanos al primer mandatario.

Prevaleció de esta forma la postura del núcleo duro de los hombres que acompañan a Macri, particularmente la posición del jefe de Gabinete, Marcos Peña, en desmedro de quienes son más proclives a un acuerdo con otras fuerzas políticas. Algunos funcionarios del Poder Ejecutivo Nacional y, particularmente, los mandatarios del partido gobernante con manejo territorial son quienes piensan que no es tan bueno cerrarse.

“Somos la generación que vino a cambiar la Argentina”, sostuvo el presidente Macri, en una frase que resume la ruptura que pretende llevar adelante el gobierno. Es que en su entorno creen que “el país sólo saldrá futuro y aprovechará plenamente sus oportunidades si logra dejar atrás a la política corrupta, los viejos empresarios que se desarrollaron al calor de prebendas del Estado, a la burocracia sindical que se ocupó de sus propios intereses en lugar de defender a los trabajadores, a la justicia asociada con los poderes de turno y a los medios que tienen miradas parciales e interesadas”, afirmó.

“La vieja política se servía de la gente, nosotros en cambio servimos a la gente”, es una frase que suelen repetir altos funcionarios de la Casa de Gobierno. Queda claro que, con este diagnóstico, difícilmente pueda pensarse en un esquema de alianzas políticas, a pesar de la alta desaprobación a la administración de Cambiemos que arrojan las encuestas.

Más aún, en un reciente programa de televisión el ex ministro de Economía de Macri, Alfonso Prat Gay, reveló que parte del programa inicial del gobierno era lograr un acuerdo con empresarios y sindicatos, como lo hicieron distintos países (España, Israel) para frenar la inflación. Este acuerdo, que tenía fecha para mediados de enero de 2016, quedó en la nada, según dijo Prat Gay, porque el jefe de Ministros Peña le comunicó que el gobierno no quería compartir del poder. Según el primer titular del Palacio de Hacienda de la actual administración, otros hubieran sido los resultados del programa económico, desde ya positivos, si se hubiera avanzado en esta concertación.

Descartada una apertura, el gobierno se concentra en sus resultados, como se desprende del documento “Tres años de gobierno” elaborado por los equipos técnicos de la Fundación Alem, la Fundación Pensar y la Coalición Cívica, con contenido sugerido por las áreas de gobierno, en el que se plantean seis ejes en los que se demuestra cómo la actual administración ha contribuido a la cultura democrática, la seguridad ciudadana, la integración inteligente al mundo, a la economía para crecer, al desarrollo humano y a la infraestructura y energía.

El dilema del dólar

La economía no es el mejor aspecto para destacar de la gestión del gobierno por eso la aparición de la eventual postulación de Lavagna obligó a descalificarlo públicamente. Desde que es “viejo” hasta que “negocio mal la deuda externa” o que “congeló las tarifas” (quizás el apuro por criticarlo llevo a los asesores de Macri a no verificar que dicha acusación era incorrecta ya que fue justamente el ex ministro de Economía quién intento aumentarlas pero la Justicia se lo impidió).

La candidatura de Lavagna lo que provocó en la Rosada es que se hable más del talón de Aquiles de este gobierno. Porque el argumento de “estamos sentando las bases para una economía sustentables” no despierta mucho entusiasmo reconocen en voz baja algunos miembros del gobierno.

Con el ministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne, como principal vocero, el gobierno difunde que la economía se encuentra encarrillada sobre bases sólidas y que hay que dejar de pensar en los “atajos” que en el pasado nos llevaron a la decadencia (retraso de tipo de cambio, de tarifas, etcétera). Dicho de otra forma, no deja margen para un cambio en el rumbo elegido.

Otros funcionarios, menos optimistas, reconocen que el principal objetivo del gobierno a corto plazo es “no caer en un crisis cambiaria”, aunque – en estricta reserva – reconocen que es “un riesgo que existe”.

Tal como se deprende de las últimas declaraciones del presidente del Banco Central, Guido Sandleris, el gobierno considera que el tipo de cambio ha ganado en competitividad y que existe margen para apuntar a que el dólar se mueva en torno del piso de la banda de intervención. La tranquilidad cambiaria llevaría a un círculo virtuoso de menor inflación (que las autoridades esperan para mayo o junio), una baja consecuente en la tasa de interés y una mejora en la actividad económica.

Fuentes del gobierno afirman en privado que no debe prestarse mayor atención a los movimientos que muestra ahora el dólar, ya que hoy es un mercado en el que predomina la demanda y la falta de oferta puede hacer que la paridad suba bruscamente con pequeñas órdenes de compra. “Habrá que ver –se esperanzan– cómo evoluciona el mercado cuando empiecen a aparecer, en las próximas semanas, los dólares del préstamo del Fondo Monetario Internacional y las liquidaciones de la cosecha”.

Sin embargo, analistas privados no dejan de plantear que “la situación económica es frágil y cualquier mala noticia puede complicar el panorama”. Y también ponen en duda que el gobierno pueda lograr tranquilidad cambiaria “en un contexto de incertidumbre política y marcada falta de confianza”.

Más aún, critican el diseño de la política cambiaria oficial, ya que el dólar podría subir hasta la banda superior –unos 50 pesos– sin que el Banco Central esté facultado para intervenir. Pero un aumento de esta magnitud seguramente generaría presiones sobre la inflación y un contexto muy complicado para el plan de estabilización que intenta llevar adelante el gobierno.

Hay quienes confían en que el fuerte respaldo externo que ha recibido la administración Macri por parte del Fondo Monetario Internacional y particularmente del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, seguirán siendo una carta a favor del actual gobierno que “hasta podría dar una ayuda adicional si las cosas se complican”, aventuran.

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