martes, abril 16, 2024

¿Por qué Fidel Castro no quería ninguna estatua con su figura?

El Parlamento cubano aprobó el pasado martes 27 de diciembre una ley en respeto a la voluntad de Fidel Castro de que luego de su muerte, su nombre y su figura nunca sean utilizados para denominar instituciones, plazas, parques, calles, avenidas o sitios públicos.

La Asamblea Nacional de Cuba (Parlamento) aprobó el pasado martes 27 de diciembre una ley que prohíbe utilizar el nombre de Fidel Castro para nombrar calles, plazas o erigir monumentos a su memoria, en respeto a la voluntad del líder de la Revolución Cubana.

El texto indica que se prohíbe expresamente el empleo del nombre de Fidel “para denominar instituciones, plazas, parques, avenidas, calles y otros lugares públicos, así como cualquier tipo de condecoración, reconocimiento o título honorífico”.

También queda prohibido la utilización de su figura “para erigir monumentos, bustos, estatuas, tarjas conmemorativas y otras formas similares de homenaje”, en sitios públicos.

Durante el acto político en homenaje póstumo al Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, realizado en Santiago de Cuba, el 3 de diciembre, el presidente Raúl Castro anunció el debate de esta propuesta legislativa para que prevalezca la voluntad de Fidel.

“Fiel a la ética martiana de que ‘toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz’, el líder de la Revolución rechazaba cualquier manifestación de culto a la personalidad y fue consecuente con esa actitud hasta las últimas horas de vida, insistiendo en que, una vez fallecido, su nombre y su figura nunca fueran utilizados para denominar instituciones, plazas, parques, avenidas, calles u otros sitios públicos, ni erigidos en su memoria monumentos, bustos, estatuas y otras formas similares de tributo”, expresó el mandatario cubano.

Los que dirigen son hombres y no dioses

En 1959, el escultor italiano Enzo Gallo Chiapardi erigió una escultura de Fidel Castro poco después del triunfo del Ejército Rebelde contra la dictadura de Fulgencio Batista. Apenas Fidel conoció de esta obra, ordenó destruirla y posteriormente prohibió la conmemoración de seres vivos con monumentos o nombres de calles.

En un discurso pronunciado el 13 de marzo de 1966, Fidel expresó: “No es necesario estar viendo una estatua en cada esquina, ni el nombre del dirigente en cada pueblo, por todas partes, ¡no!; porque eso revelaría desconfianza de los dirigentes en el pueblo, eso revelaría un concepto muy pobre del pueblo y de las masas que, incapaces de creer por un problema de conciencia, o de tener confianza por un problema de conciencia, fabricara artificialmente la conciencia, o la confianza, por medio de actos reflejos”.

En 1992, durante la conversación con el Comandante de la Revolución Sandinista, Tomás Borge, que fue reflejada posteriormente en el libro Un grano de maíz, Fidel abordó el tema del culto a la personalidad en Cuba.

“Los poderes absolutos suelen ir acompañados de determinados atributos. Y en un país como Cuba es muy difícil que exista alguna forma de poder absoluto, porque el cubano con su idiosincrasia, su mentalidad, lo discute todo, lo analiza todo, bien sea de béisbol, agricultura, política, de todo; los cubanos discuten de todo, tienen un carácter, una idiosincrasia especial”.

“Creo que la historia de nuestro país ha estado llena de políticos vanidosos, la historia anterior a la Revolución – y te digo que el caldo de cultivo para un enorme poder personal existía, pero jamás me dejé tentar ni me dejé arrastrar por eso, todo lo contrario -, una de las primeras leyes de la Revolución – y me pregunto si otros lo han hecho en otras partes – fue prohibir los retratos oficiales”.

“En Cuba, en más de 30 años de Revolución, nunca ha habido retratos oficiales (…) Los retratos míos que la gente puede tener en sus casas son sacados de revistas, de pancartas de propaganda de algún acto nacional. De los retratos que tiene la gente, ni un solo retrato mío es oficial, son retratos que han recogido en publicaciones (…) pero no existe el retrato oficial en Cuba, fue prohibido en los primeros meses de la Revolución”.

“Otra cosa, se prohibió terminantemente ponerles el nombre de personas vivas a escuelas, instituciones, instalaciones, fue prohibido de modo terminante; sólo se les podía poner el nombre de personas muertas. Por último se prohibió terminantemente todo lo que se refiere a estatuas, bustos y todas esas cosas. Es decir, que ni calles, ni escuelas, ni nada, podían tener nombres de revolucionarios vivos, ni podía haber estatuas de revolucionarios vivos; fue una de las primeras cosas que hizo esta revolución tan temprano como en el año 1959; cuando todavía no se había hablado en la Unión Soviética, ni en esos lugares con mucho énfasis del fenómeno del culto a la personalidad. Incluso la frase ‘culto a la personalidad’ empezó a tener particular connotación bastante después del triunfo de la Revolución Cubana, y ya nosotros habíamos tomado todas esas medidas”.

“Siempre nos hemos expresado contra toda manifestación de culto, de endiosamiento a los líderes, es una tradición que realmente hemos establecido. ¿Tú no ves que incluso nuestros grados, los grades militares de nuestros compañeros del Ejército Rebelde, se mantuvieron en comandante, y estábamos inventando cosas para no pasar esa barrera?”.

“Tuvimos un montón de años los grados de capitán, primer capitán, mayor, comandante, primer comandante, porque teníamos un ejército enorme y no teníamos generales, y todas aquellas unidades no cabían dentro de los pocos grados que teníamos, en el que el más alto era el de comandante, hasta que un día la necesidad nos obligó a usar los grados por nuestras relaciones, incluso, con los países socialistas y otros muchos países (…) No obstante tuve el privilegio de conservar el nombre original de mi grado y no ascendí; por lo menos en lo que se refiere al título no ascendí; seguí siendo comandante, que en este caso es Comandante en Jefe, que tengo entendido (…) que por ley lo convirtieron en un grado, pero se llama así. Fíjate si nosotros en todas estas cuestiones hemos sido cuidadosos y hemos tenido una actitud modesta. Me parece que es un factor fundamental que nos ha permitido mantener la integridad de los primeros días en que nos iniciamos como revolucionarios”.

Culto a la personalidad

El término culto a la personalidad fue acuñado y descrito en 1956 por Nikita Jruschov, secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, en un discurso de denuncia contra Stalin en el XX Congreso de la organización.

Precisamente, en el Diccionario filosófico, de Rosental y Lu­din, se conceptualiza como la “ciega inclinación ante la autoridad de algún personaje, ponderación excesiva de sus méritos reales, conversión del nombre de una personalidad histórica en un fetiche”.

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